miércoles, 11 de julio de 2007
Fugaz
Esta mañana la vi a Silvina en una esquina. Ahora tiene el pelo marrón y la cara más gordita. No pude reconocerla por el cuerpo; tenía puesta una campera enorme y unos anteojos de marco blanco y negro que le camuflaban la cara, pero puedo asegurar que no ha crecido ni un centímetro, igual que yo. Enseguida me di cuenta: la reconocí porque sigue usando el pelo con muchas hebillas, por la forma de fumar –convencida –y por la piel tostada. No tuve dudas cuando observé la forma en la que quitaba sus ojos de mi cara. Ninguna de las dos dijo nada.
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3 comentarios:
Dónde irán a parar todas esas cosas que la gente no se dice, que se esquivan por miedo o por comodidad...
al limbo!
a nuestra vejez.
Javi-feroz, o yo hacía mucho que no pasaba...o el invierno argentino, no trajo solo la nieve.
talentosa vos!
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