domingo, 10 de diciembre de 2006

Quien tenga una sola cara miente.

Teníamos trece años,
mi mejor amiga Mercedes y yo
jugábamos pin y pon
en el cuartito del medio.
Pin – peluca verde – era papá
Pon - peluca rosa – era mamá
Los hacíamos coger
desenfrenadamente,
detrás de un biombo que
armábamos con un librito
de cocina.

Teníamos trece años
Y un lugar escondido entre las sierras
- un tobogán de arena –
del que nos tirábamos
o veíamos pasar
las nubes.

Mamá en el auto azul.
Mamá estaciona
a las siete
en la puerta
de la casa de Mercedes.
Mamá llora adentro
del auto azul
que estacionó
a las siete
en la puerta de la
casa de Mercedes.


Mercedes tenía una caja
donde los pinipones
hacían orgías
a nuestras espaldas.
Yo a veces llevaba los míos
y entonces era una revolución
de cabezas multicolores
y herramientas diminutas
en el cuartito del medio.
Nos daba vergüenza ver,
y sólo espiábamos
por un hueco de la caja,
de a una,
de a ratos.


Mamá me sube al auto
y una culpa extraña,
es que algo pasa y
tal vez tiene que ver
con que yo
estaba jugando
en el cuartito del medio.
Y su voz deformada es
una esponja o una lija,
mamá, Pon de pelo rosa,
dice que papá se va,
Pin de pelo verde,
Y mamá acelerando por
una calle empañada.


El fin de semana
Mercedes y yo,
enterramos
los muñequitos
en la arena.